¡Lo logré!


 ¡Lo logré!

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” (1 Juan 5:4)

1 Juan 5:1-4

 

De seguro que usted ha escuchado hablar acerca de los famosos juegos olímpicos que se celebran cada cuatro años con la participación de miles de atletas de diferentes partes del mundo, todos luchan con un objetivo, obtener las diferentes medallas, de bronce, plata u oro. En los inicios de los juegos celebrados originalmente en Grecia con sede en la ciudad de Olimpia el premio que obtenían era una corona hecha de hojas verdes de olivos, pero al mismo tiempo el atleta en competencia era llevado a la entrada del templo del dios Zeus como reconocimiento a sus logros, al regresar a sus ciudades los ganadores eran recibidos como héroes; poetas y oradores narraban sus hazañas. Es tan significativo obtener el premio por lo que tanto nos esforzamos, especialmente los atletas denominados de alto rendimiento: levantadores de pesas, atletismo, gimnastas, etc., todos ellos se esfuerzan de manera extraordinaria con el fin de ser los mejores y llegar a la meta preciada y sus esfuerzos rinden sus frutos.

En la vida, el ser humano  actúa de alguna manera como una competición, no es un gran evento donde hay espectadores en los estadios o arenas, pero si hay esfuerzos con el fin de obtener las preseas que galardonan nuestros logros, entiéndase el hecho del esfuerzo desde muy pequeños en la escuela: se estudia y al final el certificado de preprimario, luego primaria, secundaria y así continúa con los estudios universitarios hasta salir graduados con un título que nos acredita como técnicos o  profesionales en cualquier área. Procuramos luego un trabajo que nos lleve de ascenso en ascenso para ser alguien en esta vida en lo económico, hacemos los arreglos necesarios para procurar conquistar una chica en el caso de los varones o un chico las hembras con el fin de formar una pareja y de allí realizarnos con los hijos que formarán una la familia.

Ahora ¿te has puesto a pensar cómo lograr la meta más significativa de tu vida?

Tengo que aclarar que todo creyente tendría que saber a qué me refiero cuando hablo de la meta más significativa de la vida, pues es normal que el común del ser humano se sienta realizado, completo, ha logrado sus metas con lo que antes he mencionado: una posición económica estable, una profesión, estar casados con hijos, etc, pero como creyentes sabemos que todo esto es pasajero y perecedero, la más alta expectativa, la meta a alcanzar la enfoca el apóstol Juan en este pasaje de 1 Juan 5:4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

Notemos algo interesante aquí, los atletas en la antigua Grecia, como en la actualidad, deben procurar con gran afán obtener la victoria, todo viene por sus propios méritos y son alabados por esto y eso es digno de reconocimiento, sin embargo, la victoria que obtenemos como creyentes viene por la fe y esta fe es implantada en nuestros corazones, esta que nace de Dios, la que nos permite vencer al mundo y sus pasiones, es pues la fe viva dada por Dios la que nos hace victoriosos en un mundo liderado por satanás, esta fe definida en Hebreos 11:1 como: la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Puedo decir: lo logré, cuando la fe nacida de Dios:

  • Me guía a amar a Dios y a su Hijo Jesús por sobre todas las cosas. 5:1 Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. Es increíble la pasión, el deseo ferviente de querer agradar con todo lo que hago a mi Dios y a Jesús mi Salvador, para el atleta es la medalla, para mí, la presea anhelada no es material o perecedera, es una relación de amor con el Señor, es que todos vean cómo pueden conocerle a través de mí.
  • Me guía a guardar y practicar sus mandamientos. V.3 Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Al conocer y tener una relación íntima con Jesús, todos sus mandamientos y ordenanzas me guían a tener una vida victoriosa, no solo es que conozco sus mandamientos, es que me afano en querer cumplirlos, porque ellos no me son gravosos, todo lo contrario, resultan para mi bien, un atleta por ejemplo que incumple las reglas de no dormir bien, alimentarse saludable, hacer ejercicios previos, puede que diga que estas reglas son odiosas pero sabrá después que las consecuencias las vivirá al no poder lograr su objetivo, estas reglas no son gravosas, son las que nos permiten lograr la victoria. La fe que viene de Dios nos guía a todo bien.

¡Lo logré! Que maravilloso será cuando junto a todos los santos, escogidos de Dios, podamos cantar victoriosos: ¡Lo Logré! ¡Lo Logré! Un logro guiado, aupado y sostenido por nuestro amado Dios, pero al mismo tiempo con un corazón apasionado por El, una conducta que se apega a sus estatutos para nuestro bienestar, que maravilloso, que glorioso obtener la victoria, ¿Crees que lo lograrás tu? 

           

Dios les bendiga,


 

Ps. Pedro Juan González P.

Primera Iglesia Bautista de Santiago, R.D.

Octubre 2020


Comentarios

Entradas populares de este blog

“Las deudas me agobian”