Es una lucha constante
Es una lucha constante
Hay una
película de un hombre que había empezado a relacionarse con tres personajes que
pensaba eran reales, por lo que creía que todos podían verlos. Al final no era así
y solo era producto de su imaginación. Esto había arruinado su vida, su
matrimonio e incluso su entorno laboral ya que se le veía hablando solo; haciendo ademanes y discutiendo con nadie
aparentemente.
Fue
difícil para él entender que no eran reales y más difícil intentar recomponer
su vida ignorando a esas tres personas. Le preguntaban si ya se habían ido y él
respondía que no, que los veía todos los días pero que había aprendido a vivir
con ellos y no hacerles caso.
Eso me pasa a mí con el orgullo, con mi soberbia y con el pensamiento de creerme superior. Es una lucha diaria que está ahí, pero la palabra de Dios me confronta y me anima a no hacerles caso. Intento traer a mi mente versículos que me recuerden lo negada que debo vivir a estos pensamientos y cuan destructivo es para el propósito de Dios en mi vida.
Cristo el Rey de todo dejó a un lado su trono por amor, no se aferró a su poderío y se humilló. Sin embargo se hizo
siervo y entregó su vida para que nosotros tuviéramos una nueva en él (Filipenses
2:5-11). Es perfecto y no merecía morir, aun así, decidió hacerlo por mí, una
pecadora. Y yo entonces que ilusa soy al vivir alimentando mi ego con cosas o
personas que perecen y al final no me pertenecen.
No debo tener más alto concepto de mí del que debo tener, por tanto, debo actuar y vivir con moderación según la
medida de fe que Dios me ha dado (Romanos 12:3). No soy mejor que nadie y todos
con nuestras diferencias podemos gozar de las bendiciones de ser llamados hijos
de Dios creados para su gloria. No tengo porque vivir en constante comparación
alimentando mi orgullo con las dádivas que Dios me ha dado por gracia.
Tengo que evitar apoyarme en mi propio entendimiento (Proverbios 3:5), más bien, buscar la sabiduría que
viene del temor de Dios y de obedecer Su palabra. Mi conocimiento puede hacerme
caer en el error de que tengo la razón y verdad absoluta. La sabiduría me hará
ser prudente y tomar una actitud de humildad frente a la vida y mi prójimo.
Dios habita en una vida humilde y arrepentida, mientras que mira al orgulloso de lejos. La arrogancia
nos arruina y nunca nos llena, al final terminamos tristes y solos. Mi deseo es
que Dios habite en mi corazón, y esto duele, porque diariamente tengo que
negarme y mirar a Cristo ya los resultados serán gloriosos y de satisfacción
para mi ser.
No sé si también te enfrentas a esto, pero cualquiera que sea tu lucha personal recuerda que podemos confiar en que Cristo va con nosotras ayudándonos a ser mejores personas. Su Espíritu Santo nos guía y trabaja en completar la obra a la cual hemos sido llamadas.
Julia Lugo
Sierva del Señor por su gracia, esposa de Francis Ferrer y madre de Angélica. Ama la lectura, apasionada con la botánica, las largas caminatas y la fotografía.
Amén
ResponderEliminar