Aprendiendo a vivir en el Cielo
Aprendiendo a vivir en
el Cielo
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.”(Filipenses 3:20)
Escuchaba esta semana pasada una serie de enseñanzas
tituladas: ¿Cómo es el cielo? que
reproduce el ministerio Ligonier en español en su programa Renovando tu mente,
predicadas por el fenecido pastor R.C. Sproul. Allí el veterano maestro nos
muestra que la Biblia no explica a cabalidad cómo será el cielo en realidad, no
hay detalles profundos los cuales nosotros podamos usar para poder explicar de cómo
será todo allí, si desean aprender un poquito más les remito a esas
maravillosas exposiciones en la voz en español del pastor Pepe Mendoza y la
pueden encontrar en las diferentes plataformas como: Renovando Tu Mente,
se lo recomiendo, pero en realidad no estaré hablando del cielo en sí mismo, mi
tema es: Aprendiendo a Vivir en el cielo, ¿qué nos enseña la Biblia en relación a cómo debemos comportarnos en la tierra para
vivir más adelante allá en los cielos?
El apóstol Pablo escribiendo a los hermanos Filipenses nos
presenta este pasaje revelador en 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos,
de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.
¿Por qué el apóstol Pablo se refiere de esta manera a los
hermanos en Filipos?
Definitivamente debemos conocer el contexto del pasaje leído,
es indudable que todo el propósito del apóstol era mostrar la esperanza
bienaventurada que resulta de conocer a Cristo, quien había prometido
claramente una vida eterna segura en los cielos junto al Padre, y hablando a
sus discípulos les aseguró en Juan 14:2,3 En la casa de mi Padre muchas moradas
hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí
mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Ahora, muchos que se decían ser creyentes en Cristo y
predicaban la Palabra falsamente vivían una vida apegados a lo terrenal, él lo
dice así en Filipenses 3:18,19 Porque por ahí andan muchos, de los cuales os
dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de
Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya
gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.
Este es un buen momento para reflexionar y pensar ¿estoy viviendo en este mundo como mi morada eterna o
estoy aprendiendo ya a vivir en el cielo?
De acuerdo a las palabras del apóstol Pablo, nuestra
ciudadanía está en los cielos, y, por lo tanto, debemos vivir como lo haría un
ciudadano del cielo,
representado su territorio con orgullo y gozo. Podemos poner el ejemplo
de un embajador en un país extranjero, el embajador de Republica Dominicana en
Estados Unidos por ejemplo, es el representante ante esa gran nación de su
pequeño país y debe hacerlo con mucha altura y compromiso, la manera como
actúa o deja de actuar habla de su nación para bien o para mal, lo que
vemos aquí es que muchos que se decían ser cristianos, ciudadanos del cielo, no estaban actuando como
tales, no habían aprendido nada de cómo vivir allí.
¨Anhela fervientemente conocer más y más a Cristo.¨
Hay tres elementos que considerar y otros más se reflejan en uno que aprende a vivir en el cielo:
- No valora las cosas de este mundo por encima de las del cielo. (Fil.3:18,19) Hay muchos que se dicen ser cristianos que todo lo que hacen es apegado a lo material y pasajero, si trabajan es hasta el punto del cansancio y la obsesión dejando en un segundo plano el tiempo de Dios, sus tesoros están claramente donde la polilla y orín corrompen, donde los ladrones minan y hurtan, a todas luces contrario a lo que Jesús enseñó, que nuestro tesoro debe ser hecho en los cielos donde nada de esto ocurre, sino que tenemos seguridad y vida eterna (Mat.6:19-21) Una manera de aprender a vivir en el cielo es NO dejando que lo material supere lo espiritual.
Anhela fervientemente conocer más y más a Cristo. (de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo) Aprender a vivir en el cielo requiere fervor, pasión, deseo ardiente de conocer a Cristo y su obra en nuestro interior y al mismo tiempo que todos puedan verlo a través de mí, en Fil. 3:8 leemos: Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. Es que la gente lo nota, vivo y respiro el Señor Jesús en mi manera de actuar, como hablo de Él, como quiero parecerme a Él. ¿Quieres realmente aprender a vivir en el cielo? Anhela fervientemente conocer más y más a Cristo.
Rebosa su corazón de alegría al dar a conocer a todos hacia dónde vas. (Mas nuestra ciudadanía está en los cielos) Cuando recibimos una visa, especialmente a los Estados Unidos, los dominicanos con gozo hacen saber hacia dónde van “Voy pa’ nuevayol” no importa la ciudad en Estado Unidos, New York es el objetivo, pero aún mayor si obtienen la ciudadanía de ese país, salen con su banderita y alardean que ya son parte de esa gran nación, es como un premio y quieren que todos lo sepan. Un cristiano que está aprendiendo a vivir en el cielo se goza en anunciar a otros hacia dónde va y quiere que otros le acompañen, su corazón rebosa de alegría, su deseo ferviente de compartir a tiempo y fuera de tiempo este gran mensaje (2 Tim.4:2), para los amigos, familiares, compañeros de trabajo: “Mi ciudanía está en los cielos.”
Se que existen otros elementos a unir a una vida que va aprendiendo a vivir en el cielo desde aquí en la tierra, una vida de: integridad, de alabanza y adoración, de agradecimiento, de servicio, buenas obras, una vida que fortalece su relación de familia, su testimonio es un vivo reflejo de que no pertenece a este mundo y espera algo mejor, que así sea, mi final deseo:
Parousia: ¡Cristo Viene
pronto!
Ps. Pedro Juan González P.
Primera Iglesia Bautista de Santiago, R.D.
Septiembre 2020
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