¡Vamos, leamos la biblia!


Estamos en el mes de la biblia, aunque quizás muchos no lo sepan, ni lo celebren. Nosotras como cristianas debemos mantenerlo presente siempre y debe pasar como el día de las madres o del padre, que muchos dicen que no debe ser un día, sino todo el año. Es lo mismo para mí con el mes de la biblia, debe ser para todo el año, pero tomo este mes para hacer un balance de cómo voy en el hábito de leerla.

Hace unos días reflexionaba sobre como administro el tiempo con relación a la biblia, y me sentí triste, porque estaba dándome excusas sobre todo lo que me ha pasado en estos meses. Excusas sobre la salud, sobre la maternidad, sobre el trabajo, etc.

No puedo darme la tarea de perder el foco de mi fe, ya que, si acudo a la palabra de Dios con frecuencia (que es la fuente de todo conocimiento) entonces viviré siendo una mujer más sabia. 

La palabra de Dios dice en Mateo 4:4 que: ‘‘No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (la biblia)’’. Esto no aplica para un día en específico, ni un momento libre; esto es de todos los días y siempre. No lo veo como un deber sino, una necesidad del Espíritu Santo de Dios para llenarnos más y más de Él.

Vivimos cada día y no sabemos qué sucederá, pero si sabemos que debemos atender a nuestras necesidades básicas y poder físicamente con todo lo que llegue. Es lo mismo e incluso más importante en el área espiritual. Todos los días seremos expuestas a situaciones que pueden sacudirnos fuertemente y la única manera de superarlo es tomando alimento espiritual.

Dejémonos de excusas y hagamos un compromiso fiel de leer la biblia. De leerla de verdad y estudiarla. Todo ahora es más fácil, tenemos varias biblias en casa, incluyendo en el celular, saquémosle partido a ello y aprovechemos el tiempo.

Leí una historia que me dejó una gran enseñanza, la lectura fue en el libro ‘‘Disciplinas espirituales para la vida cristiana’’ de Donald Whitney. Nos cuenta de un hombre del Estado Kansas que se vio afectado por una explosión. Su cara se desfiguro y tristemente perdió la vista y sus manos. No hacía mucho que este hombre se había convertido al cristianismo y se sentía muy triste porque no podía leer la biblia. Él escuchó que una mujer en Inglaterra leía a través del sistema braille (sistema de lectura y escritura táctil pensado para personas ciegas) con sus labios y se animó a intentarlo. Pero él descubrió que sus labios estaban muy dañados. Y aun así llevo el braille a los labios (solo para ver que sería imposible leer con los labios) y de repente sucede, su lengua sintió el relieve de los caracteres y lo supo: ¡Puedo leer la biblia con la lengua!

¡Que maravilloso!, ¿Tú y yo, qué esperamos para leer con pasión, deleite y profundidad las escrituras? Agradezcamos sea cual sea la condición en que estamos, emprendamos con determinación ser mujeres sabias y piadosas que glorifiquen el nombre del Señor.

Hermanas, ¿asumiremos el compromiso?  Te ánimo a que sí.



Julia Lugo 

Sierva del Señor por su gracia, esposa de Francis Ferrer y madre de Angélica. Ama la lectura, apasionada con la botánica, las largas caminatas y la fotografía.  

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