Sabiduría y fragilidad

 


Hablaba hace unos días con mi amiga Eli sobre la belleza de ser mujer. Al principio no empezó tan bella la conversación ya que recordaba cómo eran los días con mis hermanos en casa, estos se preparaban rápido para salir, sin ninguna preocupación por su atuendo en la mayoría de los casos, mientras que yo por ser chica necesitaba más tiempo para poder estar lista.

Luego de recordar algunas historias, pudimos apreciar las cualidades hermosas de ser una chica: las emociones y la sensibilidad por los detalles; como también los retos y responsabilidades que tenemos asignadas por naturaleza.

Dios nos creó, varón y hembra (Génesis 5:2), eso es una verdad inquebrantable que el mundo quiere volver mentira. La palabra de Dios es clara cuando lo dice: varón y hembra. Esto nos recuerda que tenemos una distinción, que no somos iguales y por ello nuestro accionar en la vida y sociedad tiene un propósito definido.

Dios no se equivocó al crearnos y designarnos roles específicos. Nos creó a su imagen y con el objetivo vital de vivir para su gloria y cumplir su plan divino en nuestras vidas. Esto nos debe animar y estar gozosas, siendo fieles testigos de su obra.

No es malo ser frágil.

Como mujeres sabemos que somos buenas manteniendo relaciones, expresando sentimientos y cuidando nuestro alrededor. Ser frágil es ser delicada, dócil y de trato especial. Mientras que el hombre por naturaleza posee una fuerza y forma actuar distinta, al ser menos expresivo y caracterizarse por ser alguien que protege y tiene la intención de ser proveedor. Dios le ordena al hombre tratar a la mujer como vaso frágil y la llama heredera también de la gracia de la vida (1 Pedro 3:7).

Dios nos ha capacitado para ser ayuda idónea, dándonos gran valor en Cristo nuestro Señor, y esto elimina cualquier sentimiento de humillación, inferioridad o discriminación.

Somos llamadas a ser sabias.

La palabra de Dios nos indica en proverbios 14:1 La mujer sabia edifica su casa, pero la necia la derriba con sus manos. Tenemos una encomienda en nuestro hogar y es de actuar con sabiduría. Si deseamos que las cosas marchen bien debemos aceptar este llamado y desempeñar nuestro rol en el hogar, sin importar la etapa que estamos viviendo: puede que estemos en casa con nuestros padres y hermanos; que vivamos solas o con algún pariente; o por el contrario estamos recién casadas; con niños pequeños; o grandes.

La necedad nos desvía de nuestro propósito, nos hace inmaduras, e impide que cosas buenas puedan florecer en nuestro alrededor. También ser necias nos hace actuar con imprudencia y esto provoca emociones, palabras y acciones desenfrenadas que pueden crear grandes malentendidos.

¡Qué bello es ser mujer!

Pero esto es cuando decidimos andar en el temor del Señor, siendo piadosas con intención de agradarle; cuando no somos movidas por la cultura negativa del mundo, entonces podemos apreciar la verdadera belleza e importancia de ser mujer. Recordando que nuestra identidad esta en Cristo.

Por supuesto, debemos amarnos y luchar por proteger nuestra integridad. Cuidarnos personal, física y emocionalmente, ya que somos templo de su espíritu santo. Conquistarnos, pero no para complacer a alguien más, sino para vivir en la plenitud del Señor.

Que nuestra oración sea que Dios pueda usarnos como instrumento de bien, aceptando nuestro valor y nos dé sabiduría y piedad para glorificarlo siempre.

 


Julia Lugo 

Sierva del Señor por su gracia, esposa de Francis Ferrer y madre de Angélica. Ama la lectura, apasionada con la botánica, las largas caminatas y la fotografía.  

 

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