Escojamos la mejor parte (II)


 

Escojamos la mejor parte (II)

 

Bien expreso el profeta Jeremías que el corazón del hombre es engañoso más que cualquier otra cosa y perverso, no el corazón de algunos, sino el de todos por cuanto todos hemos pecado, incluso el corazón del creyente en Cristo lucha con los asedios constantes de nuestros deseos pecaminosos que se ocultan en el viejo hombre a lo que Martin Lutero dijera una vez; ¨pensé que el viejo hombre había muerto en las aguas del bautismo, pero descubrí que el infeliz sabia nadar. Ahora tengo que matarlo todos los días.

Por esta razón el mismo Cristo hablo que lo que contamina no es lo que entra al hombre, sino lo que sale de nuestro corazón (Mr 7:18-23), debemos cuidarnos constantemente a donde nos llevan sus intenciones, muy bien podemos pensar que tenemos todo controlado y terminar con un revés desastroso, hacernos creer que estamos bien cuando en realidad estamos mal y pensar que tenemos nuestra confianza en Dios hasta que todo es removido y darnos cuenta que nuestra confianza estaba en nuestras posesiones, así de engañoso es, por eso el profeta pregunta ¿Quién lo conocerá? El Señor es quien lo conoce y escudriña lo más profundo de él.     

Usted estará pensando ¿A dónde vas con todo esto? ¿Tiene alguna relación con el salmo 16 que pediste reflexionar? La respuesta obvia para mi es, claro, voy camino allá, ténganme paciencia. Hoy cumplo tres semanas que inicie a laborar luego de cinco largos meses desempleado ya que la pandemia hizo que se detuviera mi principal fuente de ingresos, cuando inicio el confinamiento en casa en aquel entonces recuerdo no haber tenido un solo céntimo (dinero) en los bolsillos y ya el alimento estaba escaseando en casa, para un esposo de una mujer embarazada y padre de dos niños esto fue una sensación amarga de sobrellevar pero inmediatamente vi la mano de Dios obrar a favor nuestro, pues fuimos suplidos con los alimentos que faltaban en casa y le puedo confesar de manera literal que cuando algo ya se estaba acabando una persona llegaba a la puerta de nuestra hogar o me llamaban para buscar justo eso que se estaba acabando, fue increíble, nuestra confianza en el Señor aumento considerablemente, tuvimos nuestros muchos momentos de incredulidad, pecadores al fin, pero la inmensa gracia de Dios nos hizo que nos volviéramos en oración en esos momentos humillados ante él pidiendo que ayudara a nuestra fe, pasamos momentos muy duros, no todo fue color de rosa, pero Dios estaba ahí como poderoso gigante sustentado nuestras vidas. ¡Gloria a Él!

Ha sido bueno para mi volver a mi área de trabajo, pero, sí, siempre hay un pero, he notado rastros de migajas de pan en mi corazón que me hacen entender  engañosamente que ahora soy autosuficiente, que soy quien provee a mi familia, ya Dios actuó cuando estaba desempleado así que ahora me paso el mando. Esto simplemente es mentira y es donde el salmista me llama a elegir la mejor parte.

El Señor es mi porción… él es mi sustento (v.5). El salmista tenía tierras y posesiones de donde escoger lo mejor, ya mencione anteriormente su gran poder y majestad como uno de los gobernantes más prósperos de su tiempo, tenía por mucho lo que yo no tengo, pero sus palabras le dan una bofetada a mi necio corazón, antes que cualquier herencia o posesión la cual pueda adquirir él dice que Dios es su porción, él ya sabe que no hay bien duradero debajo del sol sino Dios, puede que todo perezca un día pero el Señor creador de todas las cosas no lo hará, porque el mismo Cristo es quien sustenta todo con el poder de su palabra (Heb 1:3) incluyendo su reino, a su sola palabra todo el imperio permanecía de pie o caía, así que él se contenta con decir, toda mi suerte depende de ti, sea esta buena o mala.   

Esto es impensable humanamente hablando pero hay un poco más de donde tomar y entender porque elegir a Cristo es la mejor parte en el v.6 y es que nada se compara a Él, la heredad que me ha tocado es hermosa, es deleitable, es inconmovible, es eterna, sus misericordias son nuevas, su grandeza no es calculable, es infinita, mientras que todo aquí es finito, incluyendo el vasto mar, que podamos ver esta hermosura en Cristo.

Es necesario que hablemos a nuestro corazón estas palabras, mi propio corazón necesita recordar esto más veces de lo que yo pudiera contar, no hay posesión alguna que se le compare y si algo hemos obtenido en esta tierra se lo debemos a Cristo y su bondad, él me da la inteligencia para trabajar, las fuerzas cuando siento desmayar y el aliento que da vida a nuestro ser. Escoge a Cristo y solo a Él.

Aún queda por ver los beneficios que recibimos del él y este precioso salmo.

Continuara.                           


Michael Medina

Siervo de Cristo, esposo de Elizabeth y padre de Jade, Noah y Diego


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