Las tribulaciones en el creyente
Las tribulaciones en el creyente
Una de las ventajas en esta era de las redes sociales
en la que vivimos es que podemos compartir recuerdos y momentos que se hacen
inolvidables, incluso cuando hemos olvidado algunos por el tiempo transcurrido
ellas seleccionan algunas viejas publicaciones para que recordemos, ya sean
fotos o escritos. Este ha sido uno de los casos que me ha hecho sentarme y
dejar todo de lado para escribir. No recuerdo exactamente que me hizo hace ocho
(8) años publicar una frase de los escritos de Martín Lutero que dice;
“Por medio de las tribulaciones, es que entiendo las escrituras”.
Estas palabras creo que resonaron igual o más de que
lo hicieron la vez que la leí y posteriormente me hizo compartirla, en especial
por el tiempo que estamos viviendo con la pandemia del Covid-19. Son muchos los
sufrimientos que ha tocado vivir a muchos, pérdidas humanas, desempleo (como lo
es mi caso) y sé que el de muchos otros, depresión, aislamiento y un sin número
de consecuencias más que no hace falta mencionar, no porque no sean importantes
sino porque muchos de los que leen esto ya las saben. Los creyentes en Cristo
no han estado exentos de las tribulaciones de esta pandemia, mejor dicho, nunca
hemos estado libres de ella, muy por el contrario, luchamos más, pues el
enemigo de nuestras almas anhela vernos caer y anda al acecho como un león
rugiente, buscando quien devorar (1 Pedro 5:8).
He de resaltar y en esto algunos quizás difieran o
sientan que enloquecí, que las tribulaciones al creyente les son tan
necesarias como a las plantas el agua, ya que las mismas escrituras
muestran que después de pasar por muchas, no pocas, “muchas tribulaciones”
entremos en el reino de Dios (Hechos 14:22). Aquellos que creen que las
tribulaciones no son esencial en la vida del cristiano están equivocados y nada
saben. Pudiera tomar muchos ejemplos de las escrituras para mostrar cuan
verdadero es esto, pero me limitaré a uno en específico que ilustra de forma
vehemente lo que Lutero quiso decir. Job. No que las escrituras necesiten
confirmar al gran reformador, sino que muestran que lo que él ha expresado vino
de un encuentro con ella.
No hay duda que quien haya tenido la oportunidad de
leer el libro de Job no viera un hombre íntegro, él mismo Dios habla de él como
uno que era intachable y recto (Job 1:8), hacia sacrificios diariamente por su
familia por si acaso alguno de sus hijos habían pecado contra el Señor, esto
debe confirmarnos que siempre que hagamos la voluntad de nuestro Dios en Cristo
el enemigo buscará zarandearnos como a trigo para hacernos caer
(Lucas 22:31), y tal fue el caso citado de ejemplo (Job 1:9-10/2:4).
Creo que debiéramos mirar atentamente esta historia y
pensar por un momento si hemos sido atribulados hasta los límites a los que Job
fue llevado, sus hijos muertos, sus riquezas vueltas cenizas y su cuerpo golpeado
por una enfermedad agobiante y para dar punto final, una esposa que le seduce a
maldecir a su Dios y unos amigos que le acusan de pecado, tales situaciones son
impensables a nosotros, pero detrás de todas ellas vemos la voluntad de Dios
obrando con un propósito. Un encuentro con su palabra (Job 38/39/40/41).
Este encuentro tuvo como resultado tres cosas que con
seguridad deben producir lo mismo en el creyente hoy, “un reconocimiento
de quien es Dios”, “un reconocimiento quien es él como hombre” y “una posterior
bendición”.
- Un reconocimiento de quien es Dios. Job 42:1-5
Reconoce que Dios es todo poderoso y soberano, que no
hay nada que escape a su voluntad, incluso su aflicción, que todo lo sucedido
estaba cooperando para su bien (Rom. 8:28), indudablemente era un hombre que
conocía acerca de Dios y con una gran convicción, sin embargo “ahora puede
reconocer que solamente había escuchado de Dios, pero que ahora sus ojos le
ven”. Solo las tribulaciones nos hacen ver el cuidado, amor y bondad de Cristo.
Ningún creyente de renombre en las escrituras palpó el poder de Dios en una
vida cómoda y sin problemas.
- Un reconocimiento de su condición. Job 42:6-7
A mayor entendimiento de quien es Dios a través de las
aflicciones tenemos un mejor entendimiento de quienes somos nosotros, pecadores
débiles que no merecemos un mejor trato que el que se nos ha dado en el
horno de aflicción, que nuestro corazón y nuestra fe necesitaban ser
purificadas y es el único medio necesario para ello, de lo contrario creeríamos
que algo merecemos sin haber tomado de la copa que Jesús tomó.
- Una posterior bendición. Job 42:10-17
Una vez todo esto hubo ocurrido, Dios bendice a Job y
su postrer estado vino hacer mejor que el primero (v.12). Cuanta alegría hay en
saber que Dios tiene propósitos eternos en las tribulaciones que atravesamos,
que él es Rey sobre todo y que nada es comparado a la gloria venidera que en
nosotros ha de manifestarse (Rom. 8:18).
Tomemos como ciertísimas las palabras del apóstol
Pedro a la iglesia;
“En lo cual os regocijáis grandemente (nuestra salvación), aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo;”
1 Pedro 1:6-7
Las tribulaciones deben abundar en alabanzas y gracias
a nuestro Padre Dios en Cristo Jesús Señor nuestro, quien nos da de su paz que
sobrepasa todo entendimiento, en todas circunstancias. Amen.
Michael Medina
Siervo, esposo y padre
Amén, Amén
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