David, Mefi-boset y el evangelio
David,
Mefi-boset y el evangelio
Son las una y
treinta de la madrugada de un lunes y entre muchos movimientos para intentar
dormir no sale de mi cabeza una historia bíblica que había leído a mis hijos en
el devocional familiar la mañana del domingo anterior, la cita bíblica era
segunda de Samuel 9, David y Mefi-boset, un relato muy conocido, en el cual el rey David lleno de bondad quiere
dar cumplimiento al pacto que había hecho con su amigo Jonatan, por lo cual decide
investigar si algún pariente de este vive para mostrarle misericordia. Para su
sorpresa quien se encuentra con vida es un hijo de quien el considero su mejor
amigo, quien por cierto estaba lisiado a causa de un accidente, así que el rey
decide devolverle todas las tierras que eran de su abuelo Saul y va aún más
lejos, le hace un invitado permanente a su mesa.
Hasta este
momento la historia es increíble y nos hace pensar a mi esposa y a mi en
algunas aplicaciones moralmente practicas que nuestros hijos pueden aprender, cómo cumplir con lo que prometen, ser misericordiosos con los demás, sobre todo con aquellas personas con
discapacidades, aprender a perdonar ha quienes intentaron hacernos mal o
incluso que pueden ser generosos al compartir sus alimentos con otros que lo
necesiten al invitarlos a nuestra casa.
Aunque todo
esto es verdad y de buen nombre no es todo lo que esta historia tiene para
decirle a mis hijos, a mi vida o a la de cualquier creyente que la lea.
Jesús afirmo a sus discípulos que las escrituras daban testimonio de él (Juan
5: 39) y cuando resucito que apareció a dos de sus discípulos le explico todo
lo referente a él en todas las escrituras (Lucas 24: 27), esto quiere decir que
lo sucedido entre David y Mefi-boset tiene algo que decirnos de Jesús y su
evangelio.
Encuentro tres maneras en las que el evangelio se revela en esta historia:
El cumplimiento de una promesa
En primera de Samuel 20: 13-17 Jonatan y David hacen un pacto, ya que el primero mencionado sabe que Dios a ungido a David para que sea rey de Israel y no el cómo sucesor de su padre Saul, entendiendo que esta era la voluntad de Dios lo único que le pide es que muestre misericordia a su casa para siempre (v.15) y en cumplimiento a esta promesa es que David decide mostrar la bondad de Dios a Mefi-boset y no tomarle en cuenta que es del linaje de quien fuera su perseguidor, Saul.
En similitud con el evangelio, Dios ha hecho grandes y preciosas promesas y una de ellas la hizo a quien considero su amigo, Abraham (Isaías 41: 8), al cual le dijo que en el serian benditas todas las naciones de la tierra (Gn. 28: 14) a lo que el apóstol Pablo expresa;
“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”. Gálatas 3:16
En esta bendita y preciosa promesa es que todo creyente es recibido en el reino de los cielos, aquella promesa cumplida en Jesús la simiente verdadera para salvación de todo aquel que cree por medio de la fe.
Aceptado a pesar de sus imperfecciones
En segunda de Samuel 4: 4 relata el triste accidente que sufrió Mefi-boset a la edad de cinco años, el cual lo dejo lisiado de por vida, el que este hecho sea resaltado da a entender que esto lo descalificaba para ser considerado un posible gobernante así que ¿para que serviría este a David? El solo hecho de tenerlo como uno de los suyos en el palacio real podía ser visto de manera extraña, incluso la invitación del rey le pareció un favor que no merecía;
“Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?” 2 Samuel 9: 8
En similitud con el evangelio, desde el pecado de Adán y Eva toda la humanidad y toda la creación misma quedo bajo el sello de la imperfección (Rom. 4: 12/ 8: 21), nos hicimos indignos de estar en la presencia del gran Rey, nuestra justicia estaba manchada de pecado y no había manera alguna de que pagáramos el precio que ameritaba nuestra falta a menos que Dios mismo por gracia hiciera esto por nosotros.
El evangelio de Juan nos muestra cuan gran amor y bondad ha tenido Dios con nosotros al enviar al hijo a pagar el precio de nuestra condena para que todo aquel que en él crea tenga vida eterna ante su trono celestial. Juan 3: 16
Debiéramos preguntarnos al igual que Mefi-boset ¿Quiénes somos nosotros para que Dios nos tenga en cuenta?
Restituido a un lugar de honor
Podemos decir con toda seguridad que Mefi-boset estaba en el exilio (2 Samuel 9:4), no había de el memoria, nadie le mencionaba, la gloria que antes había tenido siendo del linaje real de Saul era asunto del pasado, incluso si tenía alguna posesión no estaba en posición de reclamarla, su destino era la muerte en el olvido hasta que el rey quiso hacer misericordia y saber si alguien de la casa de Saul se encontraba con vida para restituirle todo lo que una vez tubo sin siquiera saber que tanto le pertenecía. La bondad fue tan abundante que tendría un asiento en la mesa real cada día de su vida.
En similitud con el evangelio, nosotros habíamos sido exiliados, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios (Rom. 8: 23).
Una vez nuestros primeros padres disfrutaron la plenitud de la gloria de Dios, gozaron del privilegio de hablar con Dios cara a cara y que él sea su único deleite, pero siendo seducidos y engañados por el padre de mentiras se revelaron contra su Creador y por ello sufrieron la condena de estar fuera del reino en edén, pero ahora nosotros “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. Romanos 3: 24-26
Hemos sido restituidos a la gloria de Dios y a su reino por medio de Jesús. David y Mefi-boset no es una simple historia para llenar un espacio en blanco en las escrituras, es una historia de redención, es nuestra historia.
Gloria Gloria a nuestro Señor Jesucristo
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