¿Cómo lidiar cuando hablas y no eres escuchado?








¿Cómo lidiar cuando hablas y no eres escuchado?


Es un grato placer unirme al esfuerzo de nuestro amado hermano Michael Medina en su blog: “Notas Bíblicas”, donde la sana doctrina será su norte primario, es mi oración que pueda ser de bendición para todos lo que consuman este contenido firmemente apegado a la Palabra de Dios.

En mi caso particular, pretendo abordar temas de consejería bíblica tanto para el pastor, el liderazgo y toda la iglesia: Que se escuche mi voz…Habla el pastor, no es un reclamo, ni un deseo de mendigar el ser escuchado, sino una voz de alerta, un llamado a poner atención, no a mi voz, ni a mis preceptos, sino a lo que la Palabra de Dios me dice que hable, usaré mi voz, en este caso la palabra escrita, para que recorramos juntos todo el consejo de Dios plasmado en las Sagradas Escrituras, Acompáñenme.

Me pareció propicio iniciar mi primera colaboración bajo el tema: ¿Cómo lidiar cuando
hablas y no eres escuchado?

Es indudable que todo pastor, maestro, diácono o a cualquier líder de ministerio pueda sentirse frustrado cuando ha trabajado arduamente con algunas personas, dedicando tiempo, recursos, pasión, amor para guiarlos, le ha manifestado cuan feliz se siente de verlos crecer y de buenas a primeras esa persona hace todo, pero todo lo contrario de lo que le has enseñado, confieso que a lo largo de mi desempeño pastoral he lidiado en múltiples ocasiones con esta realidad, aun la vivo hoy luego de más de 20 años en el ministerio, de hecho hace pocos meses, aun en medio de la pandemia que vivimos con el Covi-19, y eso, cuando crees que el creyente está sensible, le predicas con pasión, le escribes notas de aliento, le visitas, le hablas y sus acciones te hacen ver que lo que le has enseñado parece haber caído en el vacío.

¿Qué hacer?

 ¿Me frustro y tiro la toalla? ¿limpio el polvo de mis sandalias y salgo del lugar? (Mat.10:14)

Te propongo tres principios para lidiar con esta ineludible realidad.

Para ello te invito a que compartas conmigo en Jeremías 6:10 leemos:

¿A quién puedo advertir? ¿Quién escuchará cuando yo hable? Tienen sordos los oídos y no pueden oír. Ellos desprecian la palabra del Señor. No quieren escuchar para nada. (V.BDV)

Jeremías es considerado como mensajero de la justicia y de la gracia de Dios, su ministerio fue desarrollado en Jerusalén, en la últimas décadas del reino del sur, Judá, fue llamado para advertir a Israel sobre las severas consecuencias por romper su pacto con Dios a través de su idolatría e injusticia, es indudable que el pasaje leído de 6:10 nos da un panorama del corazón rebelde de los oyentes que le tocó lidiar a Jeremías, sus palabras parecen ser de desánimo: ¿A quién puedo advertir? ¿Quién escuchará cuando yo hable? Sus declaraciones suenan desalentadoras: Tienen sordos los oídos y no pueden oír. Ellos desprecian la palabra del Señor. No quieren escuchar para nada.

Sin embargo, al adentrarnos al estudio de este libro, Jeremías nos enseña cómo lidiar con este dilema que nos embarga:

Todo pastor o cualquier puesto de liderazgo en la iglesia debe aprender a lidiar con que muchas veces hablarás y no siempre serás escuchado, por lo tanto, debes tomar en cuenta:

  • No son tus palabras sino de quien te envió. (Jeremías 1:9) Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.

"Dejemos que Dios actue, las consecuencias
alcanzaran al desobediente"
 
Aunque nos parezca difícil y no dejamos de ser humanos con sentimientos y tendemos a sentirnos desilusionados, no debemos olvidar que lo que predicamos no son nuestras palabras sino la Palabra de Dios y aunque nosotros no veamos respuesta esto es lo que sabemos: Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. (Is.55:11) Tristemente siempre nos encontraremos con personas, que, como el pueblo de Judá, actuará en terquedad y obstinación al anuncio, Jeremías no estaba equivocado en sus advertencias del castigo que vendría al pueblo y de hecho ocurrió, Judá fue sitiada por Babilonia y llevada al exilio (Jer. 21) Dejemos que Dios actúe, las consecuencias alcanzarán al desobediente.

  • Que cuando Dios te ordena hablar no debes cambiar, ni aun suavizar el mensaje  encomendado. (Jeremías 1:10) Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.
 
 "Quitar la cizaña dará como resultado que la buena planta pueda crecer sana"

Existirá en determinado momento la tentación de autoevaluarnos ¿Por qué la gente no me escucha o no hace caso a lo que le digo? No es mi palabra, es la de Dios, estas palabras pueden ser duras que arranquen o destruyan y aunque parezca duro es necesario a veces, quitar la cizaña dará como resultado que la buena planta pueda crecer sana, la Palabra de Dios que  predicamos arruina y derrumba toda altivez, orgullo, desobediencia y terquedad, los que no la resisten se van, otros sin embargo serán edificados, serán plantados y darán su fruto.

  • Dios te respalda, cobra ánimo. (Jeremías 1:19) Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte.

Es gratificante llegar al convencimiento, que al igual que Jeremías, tenemos un Dios que nos ha enviado y por lo tanto nos da las herramientas para poder usarlas en el momento que más las necesitamos, su armadura dispuesta para que la usemos a nuestro favor, que pelearán contra nosotros, pero no vencerán; ¿Por qué? Porque Jehová nos librará. Eso es glorioso, esto es maravilloso y reconfortante para levantarnos y seguir adelante en el llamado que nos ha hecho a proclamar su Palabra.


“La obra es de Dios, somos solo simples siervos que deseamos glorificarle en todo, no desmayemos, continuemos adelante”.
 


 Ps. Pedro Juan González P.
Primera Iglesia Bautista de Santiago, R.D.


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